Los cambios que sufren las personas mayores durante su proceso de envejecimiento provocan que vayan perdiendo facultades físicas y mentales que muchas veces hacen necesario poder contar con la ayuda de otra persona, ya sea un familiar o una cuidadora.
Esto, sin embargo, no siempre es fácil porque puede suceder que la persona que requiere atención o ayuda niegue su patología y se vea totalmente capacitada para realizar las tareas del día. Sucede especialmente si la persona ha sido diagnosticada de algún tipo de demencia.
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¿Qué hacer cuando una persona mayor necesita una cuidadora, pero no quiere tener ninguna?
Esta situación no es fácil. Nuestros padres o abuelos están acostumbrados a ser autónomos y sentirse útiles a través de la realización de diferentes tareas. Introducir a una persona que realice esas tareas puede provocar que se sientan desplazadas, afectando a su autoestima, razón por la que muchas personas mayores se niegan a recibir ningún tipo de ayuda.
La opción más común y sensata para estos casos es introducir la figura de la cuidadora poco a poco, unas 2 horas al día, de forma que ayude a la persona en la realización de las tareas, pero sin desplazar totalmente a la persona mayor. Otra opción es aprovechar los hobbies de la persona mayor de manera que la cuidadora le acompañe en su práctica, o incluso que enseñe o se deje enseñar por la persona a la que atiende. De esta forma incluso servirá para que la persona atendida se siga sintiendo valorada y que puede aportar.
No hay una receta para todos
Debemos tener en cuenta que cada persona es diferente y el acercamiento a recibir ayuda debe tener en cuenta las diferentes facetas y personalidad de la persona que lo necesita. En algunos casos puede ser más conveniente una residencia, mientras que en otros contar con una cuidadora puede ser lo más adecuado.
Optemos por una solución u otra, es normal que las personas mayores no quieran experimentar ningún cambio en su vida y sea complicado razonarlo con ellos. Debemos tener mucha paciencia y ver la manera de ir introduciendo esos cambios en su vida poco a poco, para que tengan esa ayuda que necesitan, pero no lo vean como algo que les hace de menos.
En todo caso, es importante no imponernos a los deseos de nuestros padres y en la medida de lo posible llegar a un acuerdo con ellos, para tratar de proporcionarles la ayuda que necesitan haciéndoles a ellos partícipes de la decisión.
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