¿Qué es la atrofia muscular?

La atrofia muscular en ancianos es uno de los trastornos que, de forma más severa, compromete su calidad de vida y bienestar general. Si observas que la persona mayor cercana a ti comienza a caminar con dificultad, muestra problemas de coordinación y sufre caídas frecuentes, deberías consultar a un especialista. En las siguientes líneas, vamos a explicarte todo lo que necesitas saber para prevenir y tratar, de la mejor manera, esta dolencia cada vez más común.

Atrofia muscular es el término médico que se utiliza para definir la pérdida progresiva de masa muscular y la consiguiente disminución de la fuerza y las capacidades motoras. Este trastorno afecta también a la calidad del músculo. La unión entre este y las fibras nerviosas tiende a degenerar. Además, poco a poco, el tejido adiposo sustituye al muscular, lo que se traduce en un aumento de la debilidad.

La pérdida de masa muscular es una consecuencia natural del envejecimiento, pero un estilo de vida sedentario, ciertas enfermedades o una nutrición deficiente pueden acelerar este proceso. La reducción del volumen muscular suele manifestarse por primera vez a partir de los cuarenta años. A los cincuenta, muchas personas han perdido entre el 3 y 5 % de su masa muscular. Si no se pone remedio, a los 75 años, puede reducirse a la mitad. La prevalencia de este problema es algo mayor entre los hombres que entre las mujeres.

Causas de la atrofia muscular en ancianos

Aunque son muchos los factores que provocan la atrofia muscular en un adulto mayor, las causas fisiológicas y patológicas más habituales son las siguientes:

  • Falta de actividad física. El sedentarismo representa uno de los mayores riesgos para la salud. Es normal que las personas mayores no practiquen ejercicio físico con la misma intensidad que las jóvenes. No obstante, la falta de uso de los músculos acelera la pérdida de tejido y puede degenerar en una atrofia irreversible. En ciertos casos, la inmovilidad puede deberse a enfermedades que obligan a guardar cama durante largos períodos.
  • Nutrición desequilibrada. Una dieta baja en nutrientes fundamentales, como las proteínas y la vitamina D, y minerales, como el cinc, el calcio, el magnesio o el potasio, incrementa el riesgo de atrofia
  • Alteraciones en el metabolismo. Numerosos estudios han demostrado que la síntesis de proteínas musculares se reduce, de manera muy considerable, en las personas de edad avanzada. Con los años, disminuye también el número de células encargadas de la regeneración de las fibras musculares.
  • Estrés oxidativo. La reducción progresiva del número y de la eficiencia de las mitocondrias, responsables de procesar y generar la energía que el organismo necesita, incrementa la oxidación de las células y, por lo tanto, su deterioro.
  • Ciertas patologías pueden ser la causa directa de una atrofia muscular. Por ejemplo, la esclerosis lateral amiotrófica, la artritis reumatoide, la diabetes o los daños causados por lesiones.

Síntomas de la atrofia muscular

En este punto, es probable que te preguntes cómo distinguir entre el proceso fisiológico natural de pérdida de masa muscular y la patología llamada atrofia muscular. En los casos más leves de la enfermedad, no es fácil realizar esta distinción. No obstante, existe una sintomatología característica a la que debes prestar mucha atención. Si quieres identificar la atrofia muscular, que es un trastorno con graves consecuencias para las capacidades funcionales de una persona, los siguientes síntomas son muy reveladores:

  • Cansancio y sensación de debilidad persistentes.
  • Reducción visible y notable de la masa muscular.
  • Dificultades para mantenerse erguido y adoptar ciertas posturas.
  • Caídas frecuentes.
  • Reducción de las capacidades motoras necesarias para la vida cotidiana, como caminar y coordinar movimientos.
  • Disminución de la fuerza

Tratamiento y prevención de la atrofia muscular en mayores

Es posible afrontar o ralentizar la atrofia muscular mediante un enfoque que combine ejercicio físico, un estilo de vida activo y una dieta saludable. Utilizar los músculos es la mejor manera de preservar su buen funcionamiento. Una de las mejores maneras de asegurarse de que una persona mayor mantiene activa la mayor parte de sus músculos es desarrollar un programa de entrenamiento, tanto de fuerza como de resistencia. La espalda, el abdomen, las piernas y los brazos deben fortalecerse con regularidad.

Está demostrada la eficacia del entrenamiento de fuerza para contrarrestar la pérdida de masa muscular y, en concreto, la de las fibras musculares de tipo 2. Este tipo de ejercicio, complementado con prácticas aeróbicas, produce enormes beneficios. Eso sí, procura que esta actividad física sea progresiva y esté siempre supervisada por profesionales.

La fisioterapia contribuye también, de manera significativa, a mejorar la calidad de vida de un paciente mayor con atrofia muscular. El fisioterapeuta puede optar por diferentes tratamientos, en función del paciente:

  • Terapia de ultrasonidos.
  • Ejercicios de potenciación muscular adaptados.
  • Hidroterapia.
  • Ejercicio aeróbico.

La ingesta de alimentos saludables ricos en proteínas, como el pescado, las legumbres, el pollo o la carne magra, es muy recomendable para las personas afectadas por este trastorno. Tampoco deberían faltar en su dieta las frutas, las verduras y, en general, productos bajos en grasas y azúcares. En ciertos casos, bajo supervisión médica, pueden prescribirse suplementos dietéticos a base de proteínas y aminoácidos esenciales.

Si, debido a una enfermedad, la persona mayor no puede desarrollar una actividad física adecuada, es aconsejable aumentar el consumo de proteínas, calcio y vitaminas D y B12. Estudios científicos demuestran que bastan 10 días de inmovilidad en la cama para que la síntesis de proteínas se reduzca hasta en un 30 %.

Los cuidados paliativos y asistenciales de las personas mayores con atrofia muscular son imprescindibles para salvaguardar, en la medida de lo posible, su autonomía y garantizar su bienestar. Como acabamos de ver, el ejercicio físico juega un papel central en la prevención y el tratamiento de esta enfermedad. Si cuidas a una persona mayor, una de las mejores decisiones que puedes tomar para mejorar su salud física y mental es apuntarla a un gimnasio para mayores.

Una rutina de gimnasia, entre otras muchas ventajas, contribuye a retrasar el envejecimiento, mejorar la autoestima y preservar su salud. En manos de profesionales cualificados y experimentados, la atrofia muscular en ancianos no tiene por qué impedirles vivir con plenitud.

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    Licenciado en medicina y cirugía por la prestigiosa Universidad de Salamanca. Especialista en Medicina de Familia con más de 34 años de experiencia en Medicina Familiar y Comunitaria, diplomado en Orientación Familiar.  Además, diplomado en Dietética y Nutrición humana.